27 de octubre de 2008



Sólo tu sombra sabe tu nombre

La otra hora


No es le cambio de hora en sí mismo lo que me molesta. No me importa que me caiga la noche encima una hora antes. Es esa penosa tarea de localizar todos los relojes que tienes, de qué artilugio forman parte (o dónde están incrustados) y rescatar del olvido las sencillas operaciones para indicarle al aparato en cuestión que tiene que repetir una hora que ya marcó, con todos sus ingredientes. Aquí en el taller tengo un reloj analógico, pero hay que trepar ahí arriba para alcanzarlo, cambiarlo y volverlo a colocar. En el coche tengo que sacar el libro de instrucciones porque nunca me acuerdo de una vez para otra (¿era con el contacto encendido o arrancando el motor? ¿cuántos segundos parpadea?) Luego están el móvil (en el menú ajustes, preferencias, configurración?) el ordenador y algún que otro cachivache tipo portalápices (con reloj, termómetro y fecha), el teléfono fijo, el despertador....y siempre hay uno que queda olvidado, con la otra hora, hasta que después de unos meses alcanza otra vez la suya y ya no hace falta cambiarlo.

Mientras tanto, cada vez que mire el reloj veré el tiempo desdoblado entre la hora de antes y la de ahora.

La foto es del centro comercial "Megapark" de San Sebastián de l,os reyes (Madrid)